8 de marzo de 2023 In Blog

Feliz día de la mujer

La participación de la mujer en cualquier ámbito profesional ha ido evolucionando a lo largo de la historia, habiéndose producido en las últimas décadas un incremento muy relevante.
La abogacía es una de las profesiones que han experimentado dicha evolución, que, aunque tardía, ha sido notable en el último siglo.
Si echamos la vista atrás, nos tenemos que remontar a la Antigua Grecia, a los oradores de Atenas, aunque, como tal, la figura del abogado no existía y se limitaban a hacer alegatos.
Fue en Roma donde surgió por primera vez la profesión de abogado, palabra que procede del término latino “advocatus”, que significa “llamado”, pues entre los romanos se denominaba así a quien conocía las leyes.
El hecho de ser mujer en Roma estaba ligado a la restricción y a la inferioridad respecto de los “pater familias”. A pesar de las dificultades, la figura de la mujer como abogada comenzó a surgir con fuerza. Los romanos permitieron a ciertas mujeres de clase alta que pudieran ejercer la abogacía. La historia ha conservado el nombre de tres grandes representantes en aquellos momentos de nuestra historia: Amasia, Hortensia y Afrania.
Centrándonos en España, el acceso de la mujer al ejercicio de la abogacía quedó expresamente prohibido en el Ordenamiento de Alcalá de 1348 y, no fue hasta el siglo XX cuando se levantó ese impedimento.
El primero de los estatutos que se modificó a favor de la mujer, fue el del Colegio de Abogados de Madrid en 1920, que reconocía que las mujeres podrían ser admitidas para el ejercicio de la profesión, registrándose la primera solicitud para ello el 31 de octubre de 1921.
Sin embargo, no fue hasta enero de 1922 cuando se produjo la primera incorporación colegial de una mujer abogada: la valenciana Ascensión Chiribella, firme defensora de los derechos de las mujeres, colegiada en el Colegio de Abogados de Valencia. Se produjo tres años antes de la primera en el Colegio de Madrid, que no tuvo lugar hasta 1925.

Entre las mujeres pioneras en la profesión podemos nombrar las siguientes:
Concepción Arenal (1820-1893): estudió derecho, sociología, historia, filosofía e idiomas en Madrid, y llegó a acudir disfrazada de hombre a la universidad para sortear las dificultades de su época
Clara Campoamor (1881-1972): abogada, política y escritora española, fue pionera en la defensa de los derechos de la mujer. Consiguió que se aprobara el divorcio y promovió la regulación del trabajo de las mujeres y los niños, y las investigaciones sobre la paternidad de los hijos ilegítimos etc.
Victoria Kent (1889-1987): abogada y política republicana española, fue la primera en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid en 1925, durante la dictadura de Primo de Rivera. Se hizo famosa al convertirse en la primera mujer del mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar.
María Telo (1915-2014): abogada española, promovió durante el Franquismo la reforma del Código Civil que acabó en 1975 con la “licencia marital”, que obligaba a las esposas a obedecer al marido y contar con su permiso para casi todo. Se hizo abogada porque la ley le prohibió ser notaria, profesión que estaba reservada únicamente a los hombres. Abrió uno de los primeros despachos en manos de mujeres en Madrid.
Hoy en día la presencia de las mujeres en las universidades no es un hecho extraordinario, sino que las cifras hablan de que el número es superior al de hombres.
El Consejo General de la Abogacía Española (CGAE) indica que las abogadas ocupan un porcentaje inferior respecto de los hombres en los puestos de mayor prestigio y proyección. No es ningún secreto que, en el marco de la trayectoria político-social y cultural de España, el hombre se ha colocado en el centro de las relaciones profesionales.
Por suerte, en la actualidad la mujer se encuentra integrada en la abogacía, avanzando con paso firme y estando cada vez más comprometida en dicha profesión. De hecho, los hombres y las mujeres tenemos presencia en todos los ámbitos de esta labor profesional, sea cual sea la especialidad, y la brecha de género es cada vez menor a la hora de acceder a puestos directivos y de responsabilidad. Competimos de igual a igual con los hombres.
No obstante, aún queda camino por recorrer. Debemos preguntarnos cuáles son las causas que hacen que, a pesar de que las aulas universitarias cuentan con un porcentaje de mujeres que supera con creces al de hombres, los cargos directivos y de responsabilidad sigan inclinados en su número hacia el género masculino.
Hoy 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer y es por ello por lo que he querido brindar este pequeño homenaje y post dedicado a la historia de nuestro género en la abogacía.

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